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La enfermedad mental

1 de cada 4 personas sufrirá, a lo largo de su vida, algún tipo de trastorno mental. A pesar de esto, la enfermedad mental continúa siendo la gran desconocida de la sociedad.

El límite entre salud y enfermedad mental no es un límite claro ni bien definido, ya que aún no están establecidos los criterios que determinen exactamente qué se entiende por enfermedad mental. Esto supone un grave problema ya que en muchas ocasiones utilizamos el saco de “enfermedad mental” como un cajón de sastre donde incluir a todas aquellas personas que realizan actos o tienen actitudes que no entendemos o que se salen fuera de las normas sociales establecidas.

La imagen social que tenemos de las personas con enfermedad mental es, en la mayoría de los casos, la mostrada por el cine y los medios de comunicación, donde suelen hablarnos de personas peligrosas y agresivas que hacen daño a los demás sin motivo aparente. Esta imagen errónea y sensacionalista sólo sirve para estigmatizar aún más a un colectivo ya de por sí bastante afectado. Miles de personas en España y millones en el mundo, conviven con enfermedades que afectan a su trabajo, sus relaciones sociales y familiares, su adaptación social, su autocuidado, su autonomía, su educación, su autoestima… y, además, tienen que luchar contra la falsa imagen que la sociedad tiene de ellas.

Cuando hablamos de enfermedad mental nos referimos a numerosas y muy diversas patologías, pero, a grandes rasgos, podemos definir una enfermedad o trastorno mental como una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o comportamental que afecta a los procesos psicológicos básicos, dificulta a la persona su adaptación en el medio social en el que vive y crea algún tipo de malestar subjetivo.

Existen diferentes tipos de enfermedad mental, pero los expertos aún no han llegado a un consenso común de cómo debemos agruparlas debido, en parte, a que aún no se conocen de manera clara cuáles son las causas que las provocan. No suelen responder a un modelo claro de causa – efecto, sino que las casusas son múltiples y en muchos casos desconocidas. Suelen estar provocadas por combinaciones de diversos factores biológicos (predisposición genética, alteraciones cerebrales o del sistema nervioso), psicológicos (tipo de personalidad, manejo del estrés) y/o sociales (factores ambientales y culturales, influencia de la sociedad en el individuo, acontecimientos vitales estresantes), aunque no se conoce con exactitud en qué grado puede impactar cada uno de ellos.

Los diagnósticos de las enfermedades mentales son muy complejos y siguen siendo parcialmente subjetivos. Esto, unido a la estigmatización, dificulta en la mayoría de las ocasiones un diagnóstico precoz y correcto que favorezca un tratamiento adecuado y continuado que le permita a la persona su integración normalizada en la sociedad.

Aunque todos, en algún momento de nuestra vida, hemos experimentado sentimientos de tristeza, ansiedad, insomnio… debemos tener en cuenta que estos síntomas solamente se comenzarán a considerar parte de un trastorno mental cuando provoquen un deterioro social o laboral significativo, causen un importante malestar subjetivo y sean persistentes en el tiempo.

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